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La confluencia en el Caribe de casos de corrupción de España y la privatización de los aeropuertos dominicanos

     MIGUEL ÁNGEL ORDÓÑEZ ANULA es Premio Ortega y Gasset de Periodismo. Licenciado en Ciencias de la Información por la Complutense, tiene también estudios de doctorado en Historia. Durante años escribió para el diario El País desde la República Dominicana, donde desarrolló una exitosa carrera periodística, a la vez que fue profesor y director de la Escuela de Comunicación de la Universidad Católica Santo Domingo. Fue redactor de Rumbo, subdirector de Diario Libre y jefe de informativos de Antena Latina TV. También ha sido director de Prensa y Protocolo del Ayuntamiento de Marbella. Es autor, entre otros, deEl Caso Malaya, Dos siglos de bribones y algún malandrín, así como de Cachito, cachito mío: las partes y otros pedazos de personajes de la historia.

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     Una paradisiaca playa dominicana en la que se planeó retirar a Felipe González es el origen de toda una historia de podredumbre. La protagonizan empresarios a los que ha sonreído la fortuna a la sombra del presidente español o viceversa. Gente con amistades tan floridas como la del narcotraficante Pablo Escobar y reverberaciones de cuerpo presente en los Papeles de Panamá o casos de corrupción como los de Villarejo, los ERES, Malaya...

 

     Tan osados como para atreverse a engañar al mismísimo Donald Trump, donde quiera que vayan siempre les acompaña el rumor de enjuagues como el zumbido a las moscas y como éstas al olor a podrido. Hiede, por ejemplo, la fraudulenta privatización de los aeropuertos dominicanos, consecuencia de la compra de la mencionada playa. Se dieron irregularmente a AERODOM, un consorcio impulsado por Jesús Barderas, Abraham Hazoury y José Luis Abraham. Sus apabullantes incumplimientos e inconmensurable enriquecimiento ratificaron una temprana advertencia del prestigioso jurista Jottin Cury:el contrato de concesión fue “elaborado con la intención de empobrecer el patrimonio de la Nación”.

 

    MIGUEL ÁNGEL ORDÓÑEZ da las claves de toda la trama, en la que el Estado dominicano desempeña el papel del payaso de los circos viejos, siempre con sonrisa boba tras cada bofetada, como todo un hazmerreír, presto ala siguiente burla y el nuevo trompón. En ese sentido, menciona el bofetón en ciernes delos mismos protagonistas, que pretenden reeditar el escándalo de AERODOM con el Aeropuerto Internacional de Bávaro, llamado en la República Dominicana “el de la corrupción”.