Sentimientos I
Enrique Lisbona Torres (1944, El Valdés (Moclinejo – Málaga)) nació en el seno de una familia trabajadora.
Muy pronto las circunstancias de los años en que fue alumbrado le golpearon con la dureza de la vida en el campo. A pesar de
ello, creció en un ambiente de cariño, sano, en comunión con la naturaleza que le rodeaba y en compañía del resto de
habitantes de El Valdés de aquel entonces, que el propio Enrique calica como “una gran familia”.
Tuvo desde siempre, tanto de niño como de joven, una memoria fuera de lo común que le llevó a aprenderse cuanto documento escrito o libro caían en sus manos, lo que propició no pocas regañinas por parte de su madre, cuando lo descubría levantado de madrugada en compañía de estos textos.
Estuvo dedicado a un único objetivo, ayudar a prosperar a la familia, y por ello comenzó a trabajar desde muy joven, a pesar de haber recibido una invitación por parte del Obispo Don Ángel Herrera Oria para ir a estudiar al Seminario de Málaga.
Enrique Lisbona no se lamenta de sus duros inicios, si no que los recibe como una bendición que ha condicionado su vida y le ha convertido en el hombre que es hoy en día. Por ello, recogió su historia, inevitablemente entrelazada con su entorno en: El Valdés y Moclinejo: usos, costumbres, relatos, memorias y vivencias.
Continuando su labor literaria, publica ahora su primer poemario: Sentimientos I, obra en verso que culmina la inquietud del autor y que bien pudiera ser un complemento de su anterior ensayo, pues conserva entre sus rimas un ejercicio de memoria en cuyo seno se halla la Axarquía, entre muchos otros temas, y que ahora publica Ediciones Plan B.
EpB5000
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Enrique Lisbona Torres (1944, El Valdés (Moclinejo – Málaga)) nació en el seno de una familia trabajadora.
Muy pronto las circunstancias de los años en que fue alumbrado le golpearon con la dureza de la vida en el campo. A pesar de
ello, creció en un ambiente de cariño, sano, en comunión con la naturaleza que le rodeaba y en compañía del resto de
habitantes de El Valdés de aquel entonces, que el propio Enrique calica como “una gran familia”.